Tocar un sueño
Tocar un sueño, despertar de un letargo, sentir en el espíritu un eco romántico y renacer, desde donde nadie nos ve ni nos siente, desde un rincón. Allí, un viejo jarrón convive con un secante caído en desuso o con un frío sombrero otoñal que le cuenta, con nostalgia, al periódico sobre el que se apoya, que su vida, la del diario, será apenas un suspiro...
O tal vez no, quizás de la nada emerjan una mano, un pincel y una mirada cristalina, limpia, azul, muy azul. Y esa mano, dotada de un don inexplicable, tomará con trazos precisos unos pigmentos de acuarela y le regalará al inservible noticiario impreso, la eternidad.
Un ladrillo que nada supo construir, unos añejos ejercicios caligráficos, una ventana cerrada al mundo pero abierta al corazón, son para ella, rincones llenos de vida. Esa es la magia de la pintura, esas son las maneras de Maribel Garrote, quien sabe que, como decía Wilde, “todo importa en arte, menos al asunto”. Es verdad.
Hace ya muchos años que Maribel aprendió con los grandes, con Segura y con su admirado Collado, que la pintura puede nacer en cualquier momento, de cualquier rincón, siempre que el trabajo sea serio, dedicado, constante. Y así es como ella logra dar fe de las propias emociones visuales.