Crítica
EL SILENCIO DE LA IMAGEN
A medida que la obra de Vitor Mejuto va evolucionando, buscando su propio espacio dentro del arte actual, va haciéndose animicamente más intimista. Su pintura se desenvuelve en el campo de una propuesta abstracta, construída con formas geométricas señaladas por el encuentro de la línea y el color. Es una creación que, de manera progresiva, ha ido arrimándose a una sensibilidad más introvertida y emocional y continúa eliminando referencias a la naturaleza exterior, intentando una austeridad estilística que lo acerca animosamente y, quizá también deliberadamente, al minimalismo. Ambas visiones son factibles de armonizar dentro del mismo campo estético, lo objetivo se integra perfectamente con lo individual. El título de esta exposición es, en este sentido, expresivo: "O ángulo romo". La intransigencia de la línea biselada unida a la sugerencia de la curva. Pinta buscando el dibujo atractivo, la luz bañando los contrastes, la sensación del volumen, el silencio de la imagen, que la obra hable por si misma. Al mismo tiempo, proyecta cada pieza reflexionando los trazos, ordenando los diferentes planos, describiendo la composición de forma sobria y temperada. El artista ejerce el dominio desechando cualquier posible intervención del azar o la improvisación. En este celo controlador, Vitor Mejuto atenúa el cromatismo, deshaciéndose de algunos colores que imperaban hace un año en la muestra de Vilagarcía. Aquellos rojos, naranjas, azules y verdes se sostenían sobre fondos grises y blancos. Hoy, éstos han pasado a un primer plano. Mantiene las veladuras y una cierta textura, porque como dice el autor, "ser conciso es muy importante, pero también lo es ser generoso".
Mercedes Rozas, La Voz de Galicia.
LA SUGERENCIA DE LA IMAGEN
La opción abstracta sigue siendo en la pintura un camino de vitalidad cambiante en el que confluyen muchas y variadas líneas de actuación. Es la vía plástica que Vitor Mejuto lleva trabajando en estos últimos años y en la que recupera un escenario, el de la geometría. Formalmente y a primera vista, en estos cuadros nadie reconocería fragmentos de la realidad, pero ésta existe revelada por la sugerencia por la sugerencia de la imagen y proclamada por la evidencia de los títulos. Este parentesco nos recuerda aquellas telas de Motherwell, Elegías a la República Española, en las que con una estructura rectilinea y manchas de color, el artista norteamericano vinculaba un hecho histórico a una representación pictórica no objetiva. La imagen de una ausencia cognoscible en la obra de Mejuto se desvanece cuando acomodamos los enunciados a las imágenes que estamos viendo. (...) La obra de Vitor Mejuto mantiene la disposición de ánimo de crear un estilo racional, ortodoxamente analítico. Cuando su pintura se acerca a los efectos ópticos y lumínicos, acordados dentro de una interpretación cinética, el propio artista frena el impulso, huyendo de falsos espejismos y forzados amaneramientos. La reflexión constructivista custodia el ritmo lineal de la obra, deliberadamente más cercano a percepciones arquitectónicas y escultóricas que al recurso creado por Vasarely. El montaje participa con una acertada distribución de las salas, lo que realiza la puesta en escena de esta exposición.
Mercedes Rozas, La Voz de Galicia.