Crítica
UN NUEVO GIRO PLÁSTICO DE PRADA
Inaugurando el primer salón de invierno del Centro de Interpretación de Foz podemos ver una muestra de las obras más recientes de uno de los pintores referenciales de la actual pintura galega: Juan Miguel de Prada. Considerado uno de los maestros de la acuarela y las técnicas mixtas, esta vez nos agrega una vuelta de tuerca hacia la esencialidad de la imagen, hacia la expresividad de los grupos humanos en determinadas situaciones, hacia la indagación de lo gregario de las emociones o de las simples conductas colectivas.
Su pintura hace un giro buscando lo expresivo de los grupos (la llegada de los pescadores, el taller de pintura, la despedida de los emigrantes), en la culminación de la tarea marina, en la concentración del taller de pintura o en las miradas de los que se quedan en el puerto. Su paleta reduce el cromatismo, se fija en los negros y grises, minimiza lo decorativo, consigue transmitir la unicidad circunstancial, casi coral de los momentos compartidos por la gente. La síntesis elusiva de lo distractivo, es decir, de todo lo que nos puede sacar de lo esencial, es un gran acierto constructivo que nos obliga al reconocimiento, nos complace. Un guiño de talento.
No es un giro sorpresivo pues Prada nunca ha permanecido inmóvil, estacionado en una etapa. Lo suyo, como se puede comprobar en esta muestra general de su obra, ha estado siempre oteando el cambio. Lo que ahora si convoca la atención del visitante de la exposición es la originalidad de esa búsqueda de los comportamientos gregarios de la especie. Una reflexión inteligente que nos ayuda a verificar los automatismos innatos que nos agrupan.
El resto de las obras expuestas ya han gozado del comentario y el aplauso en otras presentaciones. Son parte de la carrera del autor, largamente conocido en el ámbito de la pintura, en sus acuarelas, en sus técnicas mixtas, en toda la larga narrativa urbana que ha pintado, o en sus marinas, en sus incursiones experimentales o en sus ya legendarias Prazas do Campo, Murallas o rúas de Lugo.
Manuel Álvarez Prieto, Escritor-Crítico de Arte (Lugo, Enero 2011).
LUGO, ESA CIUDAD
LAS ENTRAÑABLES REALIDADES DE UN GRAN MOSAICO Primavera del 2009, viernes 27 de marzo, sala Almirante, Hotel Mendez Nuñez. Un año más y van… casi cuarenta. Prada presenta su muestra anual en Lugo y, para las agendas de quienes siguen el arte, esta es una cita ineludible.
La nueva propuesta de Prada en esta exposición que abre la primavera de la ciudad, no es extremadamente diferente de sus anteriores muestras anuales. La escritura que practica sigue siendo una forma de sensibilidad en acción, donde el cuadro se convierte en una unidad cromática para reflexionar sobre un territorio que creemos conocido, aunque nunca lo conozcamos, pues todos tenemos retazos de la realidad, nunca toda la realidad… En este caso, Prada nos mete nuevamente en ese mosaico de realidades parciales que han ido componiendo su Lugo, el Lugo que actualmente está integrado a la vida familiar de tantos lugueses amantes de su ciudad, y del arte.
El juego creativo del autor en este salón de primavera, nos introduce en un espacio donde los senderos se bifurcan entre la ciudad real y la ciudad imaginada, para luego multiplicarse y hasta entrecruzarse… todo ello protagonizado por las rúas, las tascas, las Murallas, las torres de las catedrales, las esquinas, los rincones… una diversidad cierta o mítica que nos deja la fantasía abierta, así como los interrogantes, las preguntas, las complicidades de quienes habitamos un lugar tan cargado de tiempo e historia…
La exposición sale de esos dos itinerarios que se distancian y cruzan: los de las evidencias descriptivas y los de la imaginería de los mitos. Las variantes de juego se entremezclan y saltan, cambiando no solo de mirada, también de materiales cromáticos, de elementos fundacionales de cada cuadro. Técnicas mixtas, acuarelas, acrílicos se suceden para presentarnos un espectáculo de color que nos ilumina con sus contrastes entre las mismidades visuales y las fabulaciones creativas.
A ello se suman algunos cuadros que escapan a ese eje central de la muestra, sin renunciar al divertimento de color y fantasía. Un ejemplo son los dos cuadros Pop de pulperías enxebres, y algunos retratos de la intimidad afectiva. Lugar aparte para “Un salto al vacío”, un alarde de naturalismo, pariente del nuevo realismo, donde la carnalidad se hace casi táctil.
Resumiendo: estamos ante una Muestra heterogénea, nada unívoca, sin rutas convencionales o marcadas. El pintor nos recuerda aquel célebre cazador de la obra del filósofo Martin Heidegger. Y como Croce o Eco, nos deja libres en el bosque de su obra.
Manuel Álvarez Prieto, Escritor-Crítico de Arte (Lugo, marzo 2009).
¿Qué es arte?
Resulta sorprendente comprobar de que manera y con cuanta rapidez este pintor segoviano-gallego, pasó de la inseguridad al dominio, del querer al poder. Estos dibujos y estas aguadas responden, más que a una vocación muy firme a un oficio muy serio, a un cultivo insistente de la mancha y de la línea.
Juan Soto (El Progreso, 1976)
La luz encerrada en las acuarelas y aguadas y un gran dominio del dibujo, en la exposición del segoviano-lucense, Prado, en el ayuntamiento.
Pilar Llorente (El ideal gallego, 1979)
La ciudad encantada de Prada
Juan Miguel de Prada tabanera tiene una cita con la primavera, en Lugo, en un Lugo que, como se dirá, por si alguien lo ignora, es SU LUGO. Y no falla. Dense una vuelta por la sala de arte del Banco Galego, en la plaza de Ferrol, y podrán deleitarse con una lara serie de acuarelas en las que el Lugo de sus amores juega papel de honor.Porque Prada se ha convertido, por mor de su cariño, de su dominio técnico y de la inspiración que emanan sus pinceles en uno de los intérpretes de este Lugo que muchos imaginamos y que él acierta a plasmar delicado y primorosamente. Nos sentimos, pues, en deuda con él. Entrar en la sala es -llenarse de Lugo-. Y como avance de posibles rumbos, la amplia panorámica del puente nuevo lucense, el de As Saamasas, la luz-sombra de la subida a la plaza del Campo y más allá del ámbito capitalino, las estampas de puertas y barcos, tentadoras -para pintor y contemplador- de nuevas singladuras. Porque Prada, con sólo sus alegres pinceles, bien puede salir airoso hasta de mores bravíos.
Rafael Vilaseca (La Voz de Galicia, 1994)