Exposición de pintura de Josefina Ontiveros en rinconcoruñaarte

Josefina Ontiveros se inventa nuevos mundos y personajes; no plasma una realidad convencional sino que la interpreta y acaricia el mundo de los sueños.
A través del pastel, que aplica directamente con sus manos, esta artista hace un autentico ejercicio de valentía desnudándose y compartiendo su mundo interior con cada espectador.
La pintura es el medio que utilizo para alejarme de la realidad convencional. Porque hay muchas realidades; tantas como cada uno pueda imaginar. Y yo, me las invento constantemente, comenta Ontiveros.
rinconcoruñaarte, busca ser un vínculo de unión entre los artistas, su obra y las personas interesadas en el arte. Un experimento cultural que nació en marzo de 2004 y que en esta, su quinta edición, va perfilándose como un proyecto sólido y con continuidad, que cada mes acerca a la sociedad una nueva muestra artística.
rinconcoruñaarte es una iniciativa privada sin ánimo de lucro que ha puesto en marcha la agencia de comunicación Cultura de Comunicación en colaboración con A Cervexa. La sala tan sólo exige del artista que se encargue por entero del montaje de la exposición y su gestión durante el mes que dura la muestra. De esta manera, el artista pone su obra, A Cervexa un local acondicionado exclusivamente para este fin y, Cultura de Comunicación, la organización y la difusión de las exposiciones.

Sin duda alguna, pintora y fábrica de mundos y realidades no convencionales.
Materializando el mundo de los sueños, en un principio los suyos, pero que una vez pintados también pueden pertenecer al subconsciente colectivo. Interpretando la realidad, extrayéndola del subconsciente. Dándole forma, color y volumen.
La pintura es el medio que utilizo para alejarme de la realidad convencional. Porque hay muchas realidades; tantas como cada uno pueda imaginar. Y yo, me las invento constantemente.
Josefina Ontiveros pinta con sus manos, en contacto directo con sus pinturas. Su técnica, el pastel.
Fuerza en el color y sinuosidad en las formas. Tonos intensos que no llegan a explotar. Josefina los trata con ternura y los transmite con serenidad, pero no dejan impasible al espectador. No revientan en los ojos, se cuelan en la retina; delicadamente pero con fuerza. Generando una nueva realidad. Valiente porque de alguna manera se desnuda acercándonos a su mundo interior y compartiéndolo con cada espectador. Sensible porque lo materializa suavemente en una mezcla delicada de colores intensos y formas sinuosas.
En definitiva; equilibrada, profunda, creativa y delicada porque en sus obras acerca todo un universo infinito de sueños, sentimientos, y de realidades hechas hermosas una vez que pasan por sus manos. Me gustaría que mis imágenes llegasen a algún lugar del subconsciente del espectador. Que sienta algo cuando los vea. Y si es algo agradable, mejor. Por eso a nivel estético trato de encontrar al menos equilibrio y armonía, y frescura si es posible.
Materializar la sensibilidad es una tarea harto difícil que requiere inevitablemente valentía y pasión. Esto es lo que nos transmite Josefina Ontiveros a través de su obra en la que, usando sus manos como pinceles, nos ofrece valientemente su mundo privado inundado de una pasión que fluye directamente desde el subconsciente a la realidad exterior a través de los colores y las formas en una fusión equilibrada y seductora.
Así, los colores, envidiados por el mismísimo Merlín, nos invitan a sentir la armonía profunda de las cosas dando vida a un íntimo universo de fantasías, pensamientos, recuerdos, sentimientos, sueños, deseos,…
Las líneas, eternamente sinuosas y ondulantes, por su exquisitez inevitablemente femeninas, se entrelazan con una intensa carga de emoción, buscándose entre sí en una aventura arriesgada y entregándose libremente para todos aquellos que son capaces de ver la pintura con los ojos del alma. (Félix Valín – Poeta
San Sebastián - 2002)
La cola imposible de un gato azul traza arabescos en el amarillo de la habitación. Las escaleras de rosa pastel elevan los pasos del caminante hacia un destino desconocido, en lo alto del castillo de papel. Mientras tanto los árboles, la tetera y el sofá, aprovechan la ocasión para cobrar vida y ofrecer sus formas sensuales al espectador, como preludio a la conversación. Si tuviera que definir la pintura de Josefina Ontiveros no dudaría en el calificativo: Onírica. Crea esta artista un mundo propio y personal en su obra, que nos es sin embargo común; todos sentimos que sus imágenes nos pertenecen, o mejor, que pertenecen a nuestro subconsciente, al subconsciente colectivo. Son sus formas y tonos suaves, más por el particular carácter y ternura con el que la artista los trabaja, que en su fondo, pues es éste arriesgado en extremo. Lejos de la superficialidad, Ontiveros penetra en lo más hondo de nuestras emociones materializando sobre el papel el íntimo anhelo de la libertad que cada uno de nosotros, imperceptibles partículas en la inmensidad del universo, llevamos dentro. Y es aquí donde radica fuerza y trasgresión de la artista: en el hecho de lograr que con su obra crezca en nosotros la necesidad de sentir y expresar cuanto sentimos y, otorgando una mágica fuerza y trasgresión de la artista: en el hecho de lograr que con su obra crezca en nosotros la necesidad de sentir y expresar cuanto sentimos y, otorgando una mágica fuerza a aquello que de niños nos queda, deseemos tener la libertad necesaria para no avergonzarnos de nuestros temores, de nuestras pequeñas alegrías: de nuestra particular sensibilidad; envidiando la capacidad de Josefina para desnudar la suya sin reservas. (Mateu Castany – Filósofo. Barcelona 1998).
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