Marta Cabaleiro, como Alicia en el cuento...
La pintora Marta Cabaleiro, como Alicia en el cuento, va creando su propio País de las Maravillas, una Vía Láctea espiritual donde vive y fulgura con el solo poder del pincel. En su Galaxia, los objetos más próximos (flores, gatos, barcas, frutas, casas, una cafetera) cobran vida en nueva génesis; las formas cotidianas se aíslan en amable y afectuosa combinatoria. En los cuadros de Marta Cabaleiro, el juego; la elección arbitraria y azarosa del tema; la sintaxis caprichosa del sueño, donde los objetos se unen porque sí; la sencillez cromática; y la bondad primigenia de la infancia remiten a las vanguardias pictóricas del primer tercio del siglo XX. Sí, parece claro que ella quiere ver el mundo desde el nuevo clasicismo de una vanguardia fusionada, donde la técnica puntillística es la más abundante, aunque no la única. En su universo artístico, la pintora de Porriño reconvierte los objetos en un segundo y original arte naif, renovado siempre con personalidad propia y gran originalidad. Con esa óptica deliberadamente ingenua, nos va mostrando su esplendor colorista al tiempo que nos sitúa en la inocencia de un nuevo paraíso sin culpa ni sanción: un edén recuperado por su soledad frente al lienzo con límpido candor y firme voluntad de artista. En ese espacio, Marta Cabaleiro va creando los fondos, punto a punto, en variada gama de presión, de tamaño; las texturas, los contrastes cromáticos, a veces cercanos al fauvismo; los planos, las líneas, los empastes y las ondulaciones de pincel lúdico y libre. Luego, de ese alegre magma decorativo, surge el tema ante el contemplador como flor de agua: una criatura de inocencia bautismal, bella y única, brillante y rotunda en su carácter estético.