Crítica de Josep Lluis Ponce i Guitart
Basta con ver las Obras que presenta Sara Garrote, para saber que nos hallamos ante un dibujo de extraordinarios matices, con dominio de la técnica, el color y la perspectiva, que sumados a la variedad, nos dan la compleja exactitud, de un trabajo artístico de altos valores y, aunque domina otros conceptos, en lo que se refiere a la figuración, se mueve en el interior de una concepción muy personal , que recoge la fidelidad del rasgo, pleno de un metabolismo de jerarquía, dónde el propósito artístico se basa en la realidad de una estética que jamás se detiene en lo superficial. Desde la figura humana o animal, el bodegón floral, la composición, o el particular punto de vista del paisaje urbano, nos lanza, con su natural apariencia, a una amplicación técnica de muchos quilates, puesto que revelan la mimesis, de un poema hecho realidad, que nos estimula y nos introduce en su sino interno.
Sara demuestra ser una pintora con un especial talento, que le permite saber revelar la belleza, puesto que su obra, es vitalista, muy bien configurada y sobretodo equilibrada. Con el detalle, agota todas las posibilidades creativas que el mismo modelo le permite, muy especialmente en las composiciones. Logrando de esta manera, una pintura generosa, fresca y de gran belleza estilista, que nos permite observar un trazo fuerte y potente, bien conjugado con la situación cromática, que se nos antoja rebelde en el impulso y renovador en las formas, que sabe conjugar la ebullición del impacto visual, cultivo de la más pura realidad, conduciéndonos por un laberinto de sensaciones, sueños y poesía artística. Así, con este talento innato, sabemos inmediatamente, que nos hallamos ante una Artífice Plástica, que apuesta siempre por la creación, puesto que aborda los temas, con toda valentía, dentro de una atmósfera de sensaciones y emociones sublimes.