Presentación de Chuca, por Eugenia Pérez (Coque), presidenta de la Asociación y Galería Alenklas
Debo confesar, al contrario de muchos de los que están hoy presentes en la inauguración de “Sinergias” de Sara Garrote, Chuca, que conozco a esta magnífica artista desde hace poco tiempo.
Debo confesar, igualmente, que me da la sensación cada vez que coincidimos, de encontrarme ante una persona muy próxima a mí.
Los que nos conocen a ambas, suelen destacar nuestros parecidos. Quizá esta semejanza resida en la vehemencia que mostramos con cada uno de nuestros proyectos.Sin embargo, aprecio en Chuca una intrepidez de pionera del Oeste, de la que yo carezco. Carezco, así mismo, de la arrolladora vitalidad, que hace de Sara una persona especial.
Hoy nos regala para nuestro disfrute, esta pura y creativa pasión con “sinergias” que podremos contemplar durante unos días en Casa Charry-Concello de Oleiros, un magnífico escenario en el que traslucirá ese efecto que Chuca persigue con esta muestra, conjunto armónico de diversas temáticas que se van engrandeciendo con la suma de sensaciones que cada cuadro aporta.
Chuca nos introducirá esta noche en un torbellino de cálidos colores de los cuales surge, como en un sueño, navíos oxidados y grúas lejanas, y frutas y edificios antiguos, y calles y mares inquietos y rocas. Asoman aquí y allá de las sombras de la noche para ofrecerse bajo la luz del crepúsculo.
Bajo la luz crepuscular, acercando a nosotros los protagonistas de las telas, resaltándolos, recrea un halo de misterio, de calma, que se acerca a la niñez.
En casa de mis padres había y hay un hermoso óleo sobre tabla de Camilo Diaz. Representaba una casa de tejados inclinados, con un camino embarrado en primer término y un árbol verde-gris al fondo.
Y envolviéndolo todo de manera íntima, calida, la luz de la tarde.
En la obra de Chuca he recuperado el mundo misterioso que creí perdido, lleno de barcos, de rosadas losas de piedra bajo la lluvia, de vientos marinos de mi infancia.
DÉJENSE SEDUCIR, DE LA MANO DE CHUCA, SARA GARROTE, por el cálido y entrañable material de los sueños.