VARIACIONES Y VISIONES
Y un buen día José María Lugilde, pintor y amigo, dejó su célebre plumilla, que transcribía paisajes de la ciudad de Lugo en una aura dorada de papel decimonónico, y dio rienda suelta a sus instintos primarios, hasta entonces cautamente escondidos tras las piedras de la muralla, en alguna fuente desaparecida de un Lugo plácido y romántico o tras el telón de las pinturas de Santa Eulalia de Bóveda. Hay un cuadro exponente de su vis surrealista que resulta, seguramente, una declaración de principios: "Homenaje a Maruja Mallo". Lugilde admira la obra de su musa y coterránea y no ve mejor modo de demostrarlo que liberarse de todos los prejuicios que podrían frenar la líbido de su pincel.
Pero su mundo surreal presenta varias connotaciones propias. A mí me gusta emparentarlo con las misericordias y capiteles románicos quizás porque pienso que él es un monje reencarnado. Lo veo en cualquier monasterio benedictino, algún año del siglo XII, cantando sus latines y a la vez "coñeándose" bajo la capa de su hábito. Pues hay en sus historias oníricas un sarcasmo pagano y una apuesta por un mundo de fábulas de mitologías medievales: mundo de gnomos y enanos, ballets de bufones, dragones que señalan con nomenclatura punk el bien y el mal tras el cristal de una botella o de un vitral, quien lo sabe.
Por encima de mayor o menor mérito artístico de su fabulación Lugilde es un pintor que supo, un buen día, decirle a su plumilla (convenciéndola) que en realidad era un falo, un pene apto para garabatear la simbología de los vicios y la alegría de vivir. Ella, sierva fiel como la sobrina de un cura, lo hace aguijoneada por una gama de intensos colores, con frecuencia deliberadamente atrevidos, a impulsos o eyaculaciones convulsos de la muñeca que gira en torno a un mundo también convulso. El tiempo de su actuación lo miden sus relojes, a los que los "Guardianes de la Esfera de la Vida" dan larga cuerda entre canicas como mundos errantes.
Yo creo que José María camina hacia una nueva etapa de su quehacer artístico y artesano a la vez, tras su periplo surrealista. Me lo parece observando el orfismo de sus "Lucus Circulares" "a lo Delaunay", reducidos a superficies planas que se entrecruzan. Una vez desaparecido su mundo de bioformas, fruto de su erotismo despiadado, lo sabremos y diremos.