Crítica
LABERINTO DE PASIONES
Ainhoa sueña con pintar y pinta. Hace pocos días compartía estancia en su estudio, para contemplar el último trabajo que presentará en su próxima exposición. Atrás quedaban sus “míticos” paisajes retomados por la memoria desde su más extrema juventud. Paisajes realizados bajo el simbolismo de una iconografía que aún hoy siembran dudas y preguntas y que seguro que la autora pugna por hacer llegar al espectador.
Estampas de O Caurel, referencia de habitabilidad para la pintora, son temas que estuvieron muy presentes en su obra, donde el color se hace dueño de su geografía y el dibujo reafirma su idiosincrasia.
Luego de referenciar esta anterior etapa, en que la figuración se hacía protagonista en el simbolismo del paisaje, la paleta y los aperos de la artista nos colocan en una nueva empresa en su comienzo de explotación.
El color ya no juega un rol tan descriptivo, sin embargo, en estas nuevas obras aparece lo que realmente está como cualidad indiscutible en la pintura de Noa, el dibujo. La figura y el retrato, referencian bajo el “ismo” surrealista, todas aquellas conjeturas que residen en su interior y quiere sacar a la luz, para hacer partícipe al espectador de esas rémoras que siguen interfiriendo su espacio.
La tonalidad de su obra se vuelve monocromática y suave; azules, verdes, tierras, ocres… toda una sinfonía de gamas que hacen que la obra, honestamente planteada, gane en plasticidad y belleza.
He recorrido visualmente todas las piezas y he llegado a la conclusión del planteamiento onírico que hay en cada una de ellas, planteamiento lícito para llegar a la verdad, para hacer de este viaje, a ese mundo imaginario, dogma de ética y dignidad, donde el surrealismo te lleva y te hace partícipe de sus sueños y de sus miserias.
Ainhoa, por fin, se atreve a entrar en el laberinto donde su pasión por pintar la conduce por el camino de la verdad, con las dificultades que este itinerario conlleva. Deseamos que encuentres la salida.
Xoán M. Guerreiro Vázquez, Pintor.