Crítica
MATÍAS MARQUÉS, PAISAJISTA CABAL
El paisaje es, sobre todo, sensibilidad ante la naturaleza. Interpretación subjetiva de referencias, y, en definitiva, abstracción de la realidad entorno, por muy realista que semeje ser esta interpretación.
Matías Marqués es, así, paisajista. Llanuras de Castilla, pueblos perdidos, casas de labranza y bardales bajo cielos uniformes, muy altos, que se funden y confunden en el lejanísimo horizonte con esas tierras aradas, cual capricho de delineante.
También los fantasmales, inquietantes rincones de los cañones del río Sil, donde acaban las tierras leonesas para comenzar Galicia.
Una paleta sobria, de ocres grises y verdes, una pincelada leve, de escasísima materia, tendida, busca y logra esos ambientes recreados, más soñadops que vistos, o mejor, soñados después de contemplarlos amorosamente.
En muy pocos años, Matías Marqués ha centrado sus tanteos de pintor para definirse como un paisajista notable, de vaga ascendencia impresionista y con visiones que se aproximan al informalismo.
Francisco Pablos, Real Academia de Bellas Artes.