Crítica
La pintura realizada por Rosa, la he seguido desde sus comienzos, quince años atrás cuando compartíamos con muchos de vosotros clases en el estudio de Segura Torrella, del cual esta pintora fue discípula.
Quizá su pintura es un fiel reflejo del sentir literario y técnico de aquel maestro.
Con una cocina considerable, se enfrenta a cada lienzo como un abrecartas que no necesita filo, lo cual nos la convierte en una autora de no siempre fácil comprensión pictórica. Detrás de cada lienzo y pinceladas hay un profundo sentimiento ilustrativo que la autora se reafirma en mostrarnos como si considerara imprescindible, en el arte pictórico, una comunicación lienzo-espectador.
Su pintura es muy cercana al espectador, diría mas, intimista y de simple diálogo entre uno y la materia, lejos de la agresividad tonal y la molestia estridente. Es claro y demostrable que su pintura hace trabajar la mente del espectador. Su paleta recuerda al Ave Fénix de largo recorrido pero de fugaz visión y de paradas intermedias, pues posee la suficiente inspiración como para esclarecer los más oscuros sentimientos de nobleza.
Es algo intransigente desde el punto de vista técnico, en Rosa, el no ocultar nada de su fiel paleta a la sensibilidad del espectador, para ello combina de manera hábil, las tonalidades frías con las cálidas en un claro intento de equilibrar cada uno de los motivos. No se advierten dudas y parece segura, nada complicada. Ante la contemplación de estas composiciones uno recuerda a Máximo Ramos aquel ilustrador que con su quehacer pictórico y con su intimismo, traspasó nuestras fronteras sin querer hacer tal cosa llegando a atesorar fama mundial quizá porque fue libre como lo es Rosa en la pintura.
Andrés Mosquera Rodríguez, crítico de arte.
Que la pintura sea la expresión y el sentimiento medular de todas las culturas, es tanto como decir que es la pintura la que fabrica el alma humana, individual y socialmente. Esta compulsión constituye, así lo imagino, el ser plástico y humano de Rosa Fernández.
No quisiera yo con estas palabras, sentenciar ni dictar doctrina ni regla alguna en el pensamiento artístico, menos en el espacio creativo de la pintora ferrolana. Sin embargo, la manera que tiene Rosa Fernández de ser consecuente consigo misma encaja con los postulados de coherencia que a una joven pintora se le suelen reclamar: no ser transgresora del arte y apostar por un cambio profundo y sólido.
Así veo yo su pintura. Sus cuadros son para mí: la expresión formal concatenada, no escindida, con los movimientos plásticos que apuestan por la integración y renovación de las expresiones del arte.
Rosa Fernández comienza la vida como pintora; piensa y reivindica desde su juventud la pasión de vivir; de comenzar a realizar su obra, donde sus cuadros reflejan un universo de ideas en los que, si uno entra, se queda sometido a las fuerzas gravitatorias que lo sustentan.
Bonifacio Borreiros, Conselleiro de Cultura e Universidade
No es fácil razonar la obra de un pintor, pero razonar su sentido de la pintura es casi imposible. La pintura como la rosa, no se demuestra... “se muestra”.
Con su simple exposición debe bastar a quien pueda bastarle; a quien no, años de explicaciones no lograrían aclararle un por que.
Y aquí está de nuevo la pintura de mi buena y apreciada amiga Rosa Fernandez, toda decisión, entusiasmo, ilusión a raudales, fogosidad, vitalidad, alegría, puro dinamismo y sobre todo generosidad. Y ahí de nuevo nos muestra su pintura llena de espontaneidad en su factura, en la riqueza de jugosidad de la materia, plenitud en el trazo... y sobre todo nos muestra ese despliegue, con singular buen hacer, sobre la descripción del sueño, la quimera, el enigma, incluso la fantasía, con grandes dosis de imaginación, ya que sus personajes, no todos, pero muchos de ellos, surgen directamente de la ficción, del sueño o de su apasionada divagación sobre la propia vida, la naturaleza, la forma humana.
Por ello sus cuadros realizan en gran parte la evocación casi total del hombre y de su fantasía, de su doble personalidad de soñar despierto y lúcido, en diferentes sugerencias.
Rosa Fernández nos muestra su pintura, una pintora en la que creo, tanto por sus cualidades y fértiles inquietudes, cuanto por sus intenciones estéticas. De su obra anoto sobremanera un gusto personal que se saben apreciar en el lienzo y que le dan encanto de gracia a sus composiciones, sembradas de efectos emocionales, de rico colorido, fieles reflejos de su joven temperamento y de su gran sinceridad.
La pintura de mi buena amiga Rosa Fernández no hace falta demostrarla, basta con mostrarla.
Carlos Barcon, Numerario da Asociación Internacional de Críticos de arte (Aica).
Rosa Fernández nos muestra sus composiciones donde sus pinceles parecen exigirle una determinada predilección por las tierras de Sevilla o lo que podría ser lo mismo por las tonalidades rojizas, en definitiva, por la calidez y dulzura tonal que ayudan a nuestros ojos a interpretar unos motivos y paisajes que, prevaleciendo a la fidelidad, se traducen en un mundo tan irreal como onírico, donde la paleta y el color convierten al dibujo en el más fiel de sus vasallos.
Su trabajo constituye una verdadera orgía de color, fuerte y de ensoñadora entonación, de personalidad íntima y visiones de sueños que, quizá en el arte de la pintura pocas veces podremos contemplar.
Andrés Mosquera Rodríguez