Crítica
¿Cúal es la fórmula, cúal el ingrediente secreto? ¿Por qué las miradas se posan sobre APB y sobre Emma Ríos y les gusta lo que ven? Yo creo que es cuestión de género.
Y no me refiero a la todavía vigente, a pesar de Sue Grafton, fascinación misógina que produce en algunos leer serie negra firmada en femenino. Yo hablo de algo tan denostado como la literatura de género (negro y de ciencia ficción en este caso), señalada como manida y repleta de clichés por algunos desde su obsesión por el costumbrismo cada vez más insulso y repetitivo.
Pero el género no es más que una herramienta en las manos de un buen escritor, no tiene porque ni debe ser un corsé. Pregúntenselo a Phillip K Dick, Stanislav Lem, o a George R R Martin autores que consiguen o consiguieron enganchar una y otra vez a profanos y estudiosos.
Algunos ven al género como una máquina que despoja de toda personalidad, pero yo he visto trabajar a Emma y cuando lo hace pone toda la carne en el asador, siente su trabajo, le apasiona, y teniendo en cuenta que es además un ejemplo viviente de autoedición, nadie podrá decir que no está haciendo lo que quiere.
El Universo APB mantiene una coherencia, una solidez, tanto en trama como en tratamiento de personajes y diálogos, que supera a muchas obras de gente consagrada. A veces es difícil fijarse en esto, con un dibujo tan bueno (dinámico y con encuadres que quitan el hipo), y con una tinta que mejora número a número (su gran punto débil pero cada vez menos), pero es cierto, lo más importante de APB es la historia.
Auna entretenimiento y personalidad, y sitúa a Emma Ríos (y no nos olvidemos de su co-guionista Pablo Pérez) en el linaje de otros autores que han sabido conjugar esas dos facetas, de Tezuka a Paul Pope pasando por Jeff Smith o Dave Sim.
Con la historia a punto de acabar pronto podremos juzgar la resolución de todas las tramas y subtramas de la misma. He seguido la serie número a número y puedo decir que mi exigencia va a ser muy grande. Pero conozco a Emma y sé que su exigencia es todavía mayor.
Miguel Porto, dende o seu exilio madrileño (28/07/2005).