Crítica
VENTANAS DE LUZ
Algunos cuadros son ventanas a mundos diferentes. Otros lo son en más de un sentido.
La luz, brillante y omnipresente, se alza como principal protagonista en la obra pictórica de Fernanda Fernández. Es ella, esa luz única, repleta de contrastes y texturas, la que proporciona infinitos matices al color.
En sus cuadros, las pinceladas, de finas, casi llegan a fundirse en la mirada, en busca de un hiperrealismo chocante y asombroso desde el primer momento. Su técnica y su estilo no son en absoluto desconocidos en la localidad arousana en la que ahora expone (…); una de sus obras más llamativas resultó finalista en el concurso de pintura Rivas Briones. Un enorme mural en cuatro escenas de los jugadores de rugby de la universidad de Vigo que llamó la atención de expertos y visitantes por el tratamiento del tema y por el cuidado mimo y detalle de las formas.
“Pinté este cuadro un poco para resarcirme de otro anterior, también sobre el mismo tema, que no me gustó demasiado en su momento. Aunque ahora ya me he reconciliado con él. Lo que pasa cuando estás mucho tiempo trabajando sobre una misma obra es que llega un momento en que te cansas, te satura, y ya no la puedes ver delante. Cuando pasa el tiempo y la vuelves a mirar, ya acabada, te das cuenta de que tampoco está tan mal”.
Unifica la exposición sin título un cierto tema urbano, sólo roto por algunas escenas marítimas que no pierden, tampoco, el referente de la ciudad. El paisaje de Vigo, pero también el de Asturias y detalles de Dinamarca todo marcado por una mirada capaz de buscar la esencia de la belleza en cualquier rincón. “Pinto lo que me gusta, cosas que, estéticamente, me parecen bonitas. Aunque lo que es bonito siempre cambia de una persona a otra, a veces, incluso de un momento a otro para la misma persona”.
Pero antes de la pintura, está la fotografía. “Hago fotos de aquellos lugares que más me gustan, y después los pinto, excepto si quiero pintar algo que veo muy a menudo o que tengo muy cerca. Pero normalmente hago fotos porque con ellas captas la luz y el color del momento, que es diferente al instante”.
Esta diferencia y variación se aprecia significativamente en las tres torres, una misma construcción y tres obras distintas, que recogen la variación del color gracias a la cambiante luz a lo largo de un mismo día.
De entre las decenas de pequeños y llamativos detalles destacan, sobre todo, las ventanas. Con persianas y graffitis, con contraventanas de desvencijada madera, siempre presentes, ocultando quizá algo más allá de la apariencia.
Las ventanas de las obras de Fernanda Fernández están cerradas, aunque estén abiertas. El sol, la luz de nuevo omnipresente, reflejada en el cristal, devuelve una imagen de la calle en la que se sitúa el espectador, pero impide que éste se adentre en la estancia que hay más allá.
Ventanas de grandes edificios y pequeñas casas asturianas. Ventanas envejecidas por el paso del tiempo y por la acción de los hombres. “Siempre me han gustado, me atraen. No sé por qué, quizá tenga algún significado psicológico, quien sabe. Pero las pinto, básicamente, porque me gustan”.
Goly Eetessam, Faro de Vigo.