Crítica
Hablar de Fernando Pereira es hablar de Actitud
Uno de los ejemplos más claros de la brillante generación de los primeros 80, que cambió definitivamente, el aburrido panorama cultural de una España, que todavía sufría la resaca de la transición.
Primero como dinamizador cultural en Santiago de Compostela. Desde la sala Clangor, con la sola ayuda de unos platos y un mezclador, consiguió ser el D.J. de “RNR” más innovador del momento. Sus sesiones eran mágicas y su público, recorría a veces grandes distancias, sólo por presenciar el espectáculo que creaba sólo con su presencia.
Más tarde, ya como “alma mater” de la sala, hizo de Clangor, paso obligado para todas las nuevas bandas que irrumpían en el panorama musical español. Una generación que cambió la pana por el cuero negro y la canción protesta por la cultura rock.
Fue ahí donde le conocí: Clangor era un prodigio del diseño pop. Los carteles, diseñados por el propio Fernando, eran de una exquisita transgresión.
Su actitud le llevó, años más tarde, incluso a labores de promotor de espectáculos de cultura rock, en diversas ciudades gallegas. En ese momento, a finales de los ochenta, supe de sus primeros pasos en el mundo de la pintura, que alternaba con el diseño de toda una línea de ropa de “Uso exclusivo para el RNR”, tal como rezaba la publicidad.
Ya entonces me comentaba su interés por dedicarse exclusivamente a la pintura y que sus experiencias en el mundo de la música, diseño y creación de vanguardia, eran sólo estaciones de paso para llegar a lo que realmente quería. Le recuerdo en aquel tiempo, siempre delante de ideas y comportamiento creativo.
A mediados de los noventa, y tras unos años de oscuridad y de búsqueda, se traslada a su ciudad natal, A Coruña, donde termina de perfilar el rumbo de su vida. Me llamó para presentar su exposición en el “Casino de La Coruña” y quedé asombrado. Estaba muy cerca de conseguir lo que durante 20 años había estado buscando: la conjunción de las formas creativas que han marcado su vida.
Sinestesia es, sin duda, la cuadratura del círculo.
Y yo he tenido la suerte de llegarle a conocer.
Loquillo, Cantante.
(…) Al espectador no le cabe duda de que sabe crear, a partir de modelos que le vienen dados, una obra de indudable personalidad.
Ello es especialmente evidente en la serie dedicada a los Músicos, en la que está inmerso actualmente.
Sin renunciar a sus raíces, aparece en la obra más reciente un buen conocimiento del arte actual (Bacon, Pollock) y una soltura y libertad en la ejecución que hacen de este conjunto una obra atractiva e interesante por el futuro artístico de este pintor coruñés.
Joaquín Lens
(…) Consigue así reproducir una obra en la línea, el cromatismo, la materia y el propio proceso creador se combinan en un ejercicio pictórico que reflexiona sobre sí mismo, lo que da como resultado cuadros llenos de sentimiento y ludismo. En sus lienzos existe un diálogo en el que el artista se deja sorprender, al mismo tiempo que tiene en cuenta la realización de lo que ha imaginado.
Josefina Cerviño, “Enciclopedia Galega Anexo 2000”.