Crítica
“No tuve el placer de llegar a conocer personalmente al pintor Segura Torrella, pero sin embargo, si tuve la suerte de conocer su obra a través de Publicaciones como directamente en diversas exposiciones que presentó en A Coruña. Se podría hablar mucho y bien sobre Segura, pero este no es el tema de este texto.
Un pintor lo es por muchas facetas, especialmente por la calidad de su obra y creatividad, pero también por la capacidad que tiene de crear escuela y, con ella una pléyade de seguidores- que aún después de fallecido consigue que su trabajo siga estando vivo.
Una de estas seguidoras es Sara Garrote que por avatares de la vida llegó a recalar en mi estudio y tengo el placer de conocer.
Con Sara he tenido muchas conversaciones sobre pintura, y en gran parte de ellas acabábamos hablando de Segura de su influencia -bendita sea- que había tenido en su forma de hacer.
A Sara poco le he podido enseñar, digo poco porque lo traía aprendido. Su carácter, su nerviosismo en el trazo del pincel, la han llevado a ser una de esas artistas que de alguna manera nos recuerda a Segura Torrella. No quiero que nadie pueda ver en esto que se trata de una pintora que “imita” a su maestro, en absoluto, se trata de una pintora con escuela y oficio, y no hay pintor que se precie de serlo, que no halla en un momento de su carrera artística, de sentirse atraído por los mejores- Y sin duda Segura Torrella lo sigue siendo.
Pedro Bueno, pintor coruñés.
Sara Garrote “Chuca” y la Sensualidad Pictórica
¿Qué sería del espacio sin una recreación adecuada? ¿Qué sería del entorno sin un tratamiento serio y elaborado?
No hay duda de que una baza fundamental en el desarrollo de una obra es la correcta utilización de la luminosidad ambiental, el certero acompasamiento dentro del cosmos creado, la puntualización constatada de calidad dentro de un cuidado estilo propio.
Sin lugar a dudas, todo ello se nos presenta plasmado en las telas de la autora gallega “Chuca”.
El juego fondo-forma es absolutamente certero, la ambientación se nos muestra como una de las bazas principales de su trabajo, ya que cada obra se desarrolla en su justo plano, creando en total armonía un aura natural, incluso sensual, que envuelve los sentidos y dignifica todo el compendio del proceso artístico.
La figura humana y los espacios, ya fueren urbanos o naturales, se nos presentan separados, cada uno con la importancia que el momento requiere, cada uno libre de ataduras formales, siendo la a-temporalidad un rasgo significativo.
La unión restaría importancia a lo representado, de ahí que “Chuca” diferencia entre personas y entornos, dándole una mayor significación y preponderancia a lo plasmado.
El tratamiento tonal determina el momento vivido, tal vez soñado, el estado de ánimo que inevitablemente juega un papel fundamental en el desarrollo, transformación y consecución de cada obra dirigiéndola con sagaz intención, provocando la respuesta deseada en el contemplador y encaminándole hacia un sub-mundo recreado por la autora en el que el reflejo de la propia realidad adquiere su máximo sentido.
No me gustaría finalizar esta opinión personal de la obra de Sara Garrote sin volver a remarcar la sensualidad con que dota a muchos de sus lienzos.
Parecen las figuras flotar en un espacio vivo, atrayente, repleto de luces y sombras que colman los sentidos, todo en su certero momento lumínico, incluso provocando en conjunto una clara sensación de movimiento que no ha sino dignificar la obra y diferenciarla de la del resto de autores con temáticas y estilos parecidos.
Francisco Arroyo Ceballos, artista plástico e crítico independente.