Crítica
Cimientos
Iago Eireos plantea con su obra desentrañar las claves de la difícil dialéctica que se establece entre la realidad y la ficción o, dicho de otra forma, entre la materialidad y la simulación.
Este nuevo artista, que irrumpe con fuerza en el panorama de las artes plásticas gallegas, parte del aserto de que las diferencias pueden ser constatadas entre el campo de la ficción y de la realidad, en muchas ocasiones, no son dificultades perceptibles.
Es en la resolución de esta contradicción en la que Eireos establece los cimientos de un proyecto artístico fuerte y arriesgado. Se sirve para ello, pese a su juventud, de su sólida formación y de un muy amplio bagaje de talento y dotación técnica.
Con todos esos elementos el futuro que se le presenta a la carrera artística de este joven valor lucense es mucho más que prometedor. Invitamos a todos los lucenses a visitar esta muestra y a seguir de cerca de aquí en adelante la trayectoria de Iago Eireos.
Encarna Lago, Gerente del Museo Provincial de Lugo y del Museo Fortaleza de San Paio de Narla.
Los límites de la realidad
Uno de los grandes elementos de la historia del arte ha sido el estudio que han hecho los artistas sobre la mezcla entre realidad y ficción.
Desde el arte prehistórico hasta el cine, el hombre se ha visto atraído por fusionar ambas componentes. Explorando nuevos territorios y ensayando fórmulas capaces de engatusar al espectador.
Iago Eireos plantea este juego desde el mundo de la fotografía. Un medio nacido para captar de manera precisa y exacta la realidad, ve como se transforma ahora esa condición natural en la búsqueda de la confusión y el engaño. Las obras de este joven artista suponen adentrarse en un espejo que ha recogido toda una serie de imágenes que luego, nos traen una nueva realidad, la que propone su creador. Como si el espejo de El Matrimonio Arnolfini tomara una nueva vida siglos después, estas imágenes son todo un cúmulo de detalles, ya que tras el motivo principal se van acuñando pequeñas historias que sirven de telón de fondo vivo a ese centro de la composición que es el eje de la obra. (…)
Así no duda Iago Eireos en asomar la intimidad del cuerpo humano a un barrio típico de nuestras ciudades, o mostrar un cuerpo lacerado contra el parabrisas de un coche. Metáforas de esa angustia y dolor interno del ser humano muchas veces enfrentado a un entorno hostil y reacio a nuestra conducta.
Esa mezcla de verdad y engaño produce una obra de fuerte carga simbólica generadora de una nueva verdad, casi mística o religiosa por la pureza que emana da las imágenes y la ensoñación que parecen asomar por las actitudes de los protagonistas. Mártires e una sociedad agresiva. (…)
Engarza, por tanto, nuestro protagonista con el debate actual planteado en el mundo de la fotografía a través de nombres tan conocidos como los de Joan Fontcuberta o John Szarkowski sobre la relación de la fotografía con la verdad y como este elemento actúa como ventana o como espejo.
Ramón Rozas, Diario de Pontevedra, 2005.