Crítica
Quizás tenga que empezar por una referencia iconográfica, porque pienso que es necesaria en la pintura de Maika Novoa. Necesaria y conductora de un "proceso" que utiliza como gran pretexto inequívoco para reflexionar sobre la pintura, a secas.
Alejada de la presencia de aquellos antiguos rostros enmascarados en su propio perfil, acaso alguna vez de frente, la artista trabaja sobre la figura en un sentido más complejo desde su consideración de grupo. Y del grupo saldrán otras posibilidades plásticas interesantes, mas balbucientes, menos concretas mas fugaces. En cualquier caso estas figuras sin representación propia reconducen su proyecto a la pureza de la pintura y de su puesta en escena. Y la apariencia, ya sea femenina, ya masculina, obstina, juiciosa o rebelde se pierde en la liberación de una ilusión evaporada y grácil, tierna y cargada de afecto.
Las huellas sugieren diferentes matices, las iconográficas y la de la sensibilidad que uno respira delante de la ternura aludida. Por ello podemos subrayar determinados matices o, amenos, a mientender, podríamos recorrer un camino acentuando algunas notas en la apreciación del resultado que Maika Novoa nos presenta. Una línea más marcada que otra, un muro más sombrío que otro, un colorexcitante y vibrante una focalización clara, pueden a veces confundirse en un espacio evaporado o denso, en la atmósfera desvaída para conducirnos al impulso de la materia utilizada.
Sin embargo subyace la misma intuición, porque la pintura desborda sus límites y rompe la ética de una visión que se prestaba antes para hacer ostentación del juego académico.
En su evolución la artista fue dando las espaldas a un academicismo más concreto, para orientar su objetivo cara a una pintura -digámoslo, aún que sea ya un lugar más común de la actualidad-, más expresionista y libre, donde la mirada puede llegar a reconvertir el carácter volátil, ligero y fluido de sus personajes. Que es como decir de la pintura-pintura.
Hay siempre en sus personajes algo oculto, algo prohibido e inaccesible, una aspiración de "transparencia" que detiene, de nuevo nuestra mirada y nos obliga a olvidar la languidez de los cuerpos femeninos, o lejos, en la imaginación quizás. Lineas continuas o quebradas, pero seguras, que frenan el impulso de los personajes: unas veces como un simple guiño que puede provocar una cruz roja, viva sobre un rostro femenino o palabras desconocidas y llamas torbellinescas, en agitación, que tapizan el cuadro y fabrican la ilusión en la que se va a perder el espectador: ilusión seductora -¿seducción femenina?, es posible-, pero misteriosa y atractiva.
Es seductor el color, ondulante, a la manera de los "neo-fauves", que puede expresar su indiferencia o la pasión de su ánimo frente a la representación que revaloriza siempre la cualidad comunicativa, de reivindicación, y al final de la pintura-pintura. Pintura que Maika Novoa experimenta sin limitaciones, como la metáfora de un estado del espíritu dionisíaco y humano a la vez. La pasión que vibra a través de sus formas, colores y del ímpetu de pintar.
(Antón Castro crítico de arte español, estaba en este año, 1988, trabajando en La Sorbona de París como profesor asociado de Historia. Hoy es profesor de la Facultad de Bellas Artes en Pontevedra y Director-Gerente del Museo de Arte Contemporáneo en Santiago de Compostela (Galicia).
Antón Castro
METAMORFOSIS (Transformación de los cuerpos en cosas nuevas).
Todo proceso para que sea considerado como tal, debe dejar constancia de una trayectoria, que ha de ser seguida, mediante secuencias seriadas, momentos continuados.
La realidad del proceso reside aquí, en la metamorfosis del momento, la pintura no se ha limitado a ser como de costumbre, una secuencia estática e inamovible; se ha trabajado con el espacio y con eltiempo, con el color y con la forma, cauces que nos conducen a la veracidad de la obra representada.
Es evidente que se ha desmenuzado el espíritu, que se han arrancado días al tiempo porque para ejercer hay que saber, no basta con esperar, y así surge la creación del símbolo.
Es la búsqueda de una reflexión perdida mediante sueños, a través de objetos y seres representados con simbología mágica e interior: Cascos, picos, colas, crestas...
El color se ha convertido en expresión y en espejo de la vida interna, trasluciendo una rebelión contra los bienes convencionales de la cultura, definidoen un estusiasmo por loespontáneo.
Es la expresión de un mundo nuevo de formación personal sin coacción alguna, porque la pincelada no renuncia a sí misma ni a la belleza.
Antes de la Metamorfosis reinaba el caos.
Miguel Maquieira.
ENTRE LAS AMAZONAS Y LOS BUMERANGS DE MAIKA NOVOA
Las figuras humanas y los vegetales, o mejor dicho las figuras feministas son el tema preferido de Maika Novoa. Amazonas en "paz armada", cuerpos huyendo del cuadro en "Cambio de plano cambio de postura", formas contorneantes o espectantes llenan en éstos días la sala de exposiciones de la santiaguesa Casa de la Parra, ella misma comenta su preocupación por la infravaloración que tiene la mujer en el mismo campo de la pintura. Por ello quiere a través de sus cuadros que se dignifique: "La opinión que recojo -dice Maika-, de la gente cuando ve mis cuadros es que mis mujeres son imágenes totalmente limpias e idealizadas, son la gran imagen de la mujer, luchadora, cuando la gente sale de la exposición, algunos rien con sarcasmo, pero impresionados en los más hondo, sobre un mundo que intuyen de lucha y esfuerzo, de energía y triunfo. Esto asusta y por eso tiene que ser rechazado. Sin embargo muchos de ellos han venido luego a comprarme obra porque, me han dicho, que necesitaban verlos de nuevo. En efecto les habían impresionado y ni siquiera se habían dado cuenta. Es por eso que yo mísma a veces estoy sorprendida. La obra tiene vida propia."
Porque son pinturas que no te dejan impasible, cuando las miras existe un diálogo entre la pintura y elespectador. Al preguntarle si estas obrar son, en parte, un autorretrato contesta que "siempre el artísta trabajó sobre elautorretrato, puesto que su pensamiento es parte integrante de ellos mismos, es posible que sea la forma de entrar en la vida, y se traduce a través de lo que haces. La opinión que tengo no es totalmente objetiva, yo soy subjetiva, y mi forma de experimentar el mundo no puede ser de otra forma".
Y seguimos hablando de su obra que es para ella un juego artístico al que se somete muy gustosa: "una manera de ver el mundo ambivalente, me sitúo en dos puntos diferentes para tener una visión más clara, sin poner la lanza sobre un lado, estoy saltando de un lado al otro para mirar lo más objetivamente posible."
Los últimos cuadros son bumerangs, como dice, que salen al paso, con agresividad incluso, que aún está analizando y que tiene aún sin explorar, porque como dice ella, "nunca llegas a conocer totalmente la obra".
La creatividad no queda solo en el tema, juega lo mismo en los colores, así las amazonas son de amarillo limón agrio y verde, dice Maika que son "como una bofetada", y más cálidos ya los tonos de sus últimas obras "porque surgen así".
Con osadía, atrevimiento y energía, pero también con ternura y misterio. Ella lo ve así a través de sus poemas: "Ellos se reían jactanciosos. Grandes genios importantes. Grandes hombres, ya gigantes. Y miraban victoriosos... ¡como mira un elefante!"
Uqui Permuy
UN INSTANTE AZUL NO ES MAS QUE ALMA
Acaso exista una analogía esencial entre la gradación de los colores y los estados del alma. Rojo, anaranjado, amarillo: actividad, intensidad, proceso asimilativo. Azul, añíl, violado, negro incluso: pasividad, desasimilación, nostalgia. El color azul es el color del pensamiento. Pensamiento transustanciado en pura contemplación, en vía unitiva con aquello que de más íntimo guardan los elementos naturales. Azul es espacio, cielo claro, azul es el color de la sangre bajo la piel. Azul es nivelación, relación esencial con el mar y el cielo, significa altura y profundidad, océano superior y océano interior. Este color, esta gama de azules en las que la mano, el ojo, el cuerpo de Maika Novoa se ha sumergido, (y con ella al mundo), unas veces apunta a un juego de fuerza ascensional y de luz, (gloria, iluminación, beatitud de las alturas), otras a una lucha entre sombras (lecciones de tinieblas, terrenalidad, sedimento informe). Y, en medio, como en el punto central de alguno de estos trípticos, equilibrio, identidad que a través de lo oscuro se hace visible, esplendor de una existencia entre el día y la noche. Cuerpo contemplado en su pureza ascensional. El azul, también, ha sido interpretado como atributo de los dioses del cielo, como trasferencia de un sentimiento religioso, como devoción, como inocencia, como el color de la verdad. ¿Cuál es la verdad que reposa, que se esconde y, sin embargo, refulge silenciosa y pujante enlos cuadros de Maika Novoa?. Quizás una verdad que no se pueda expresar a través de los conceptos, sino únicamente en las matizaciones del color, en las transparencias y veladuras que la pintura condiciona. Pues ésta verdad, aún siendo la más elemental, no es en absoluto primaria. Es una verdad compleja, "no pertenece ni a la noche ni a la montaña", una verdad cuya evolución ha provocado su misma disolución formal, ("Apenas tiembla el resplandor"), en aras de una fusión líquida y casi inmaterial de la propia subjetividad en la respiración de los elementos, de modo que nos situamos en la esperanza y la plenitud de la habitabilidad de lo inmenso, de la gracia perenne, aquella que "incluso al dia siguiente sigue siendo azul".
Seguimos hablando o pintando azul, y alguien podría preguntarnos dónde se halla entonces el horizonte en estos cuadros. No hay camino, no hay horizonte. Solo hay centro. El horizonte y el centro se escluyen. Maika Novoa ha penetrado en esa línea, ha agujereado esa membrana de luz cuya presencia celaba la verdad de lo inmenso y ahora es una llama azul lo que se descubre. No hay, pues, ese horizonte fijo, inmóvil que siempre traza la infancia, y que todavía trazamos y vislumbramos porque es la ausencia misma, porque es lejanía o presencia inalcanzable y, por eso, es soledad. Aquí tan sólo hay sustancia, sustancia una, manifiesta. Revelación. Y porque hay revelación, y del hombre como él mismo en una naturaleza también revelada, o mejor, desvelada, ya no hay necesidad de conocimiento, pues todo está ya como bañado en una luz primera, allí donde ya no caben imágenes interpuestas sino ritmo, gradación, flujo, canto de pigmento, inocencia recuperada. Por eso quizás, la presencia inexorable de un marco expandido en estas piezas de Maika Novoa. La reiteración del tríptico, el juego con los formatos, la evanescencia de los fondos, las telas perforadas. No tanto ya pintura, como espacio, espacio que se abre, necesidad de crear una nueva dimensión de espacio para el arte, relacionándolo con el cosmos en su expansión incesante, mucho más allá del plano restrictivo del cuadro.
Porque lo complejo acaso signifique un sentido de la realidad, (la orgánica y la de uno mismo, que no dejan de ser ahora más que coexistencias íntimas), un sentido de lo real, decimos, impalpable, incierto, velado. El artista sólo puede conjurar este objeto negado con ayuda de procedimientos alusivos y siempre indirectos, estrategias que constantemente se esfuman en un silencio que, complementario, se aproxima al acto de la creación. Bajo este manto sagrado de pintura secreta y callada, habita un espacio palpitante e indeterminado. El reino terriblemente refinado del azul, el color sensual y la obsesión por el matiz, y la presencia, por negación, de ese objeto negado, de ese centro luminoso que sustenta la obra y que baña o arrastra o hace existir al medio, los procedimientos, el espíritu del pintor.
Es una lucha de secretos y en secreto. Un cruce de coincidencias que en otro tiempo se llamó milagro. Flujo y reflujo de puntos y sentidos, tan leves e instantáneos, ("En leve instante se posa el claro de luna en la inmensidad"), que a poco que hablemos de coincidencias, ya estaríamos hablando de nada, de no ser, de gracia, de Dios. Georg Trakl, el poeta del azul lo expresó mejor que nadie:
"Perfecta es la calma de éste día de oro. Bajo viejos robles apareces tú, Elis, que reposas con ojos redondos. Su azul refleja el ligero sueño de los amantes. En tu boca enmudecieron sus rosados suspiros. Un venado azul sangra suave en el zarzal. Un árbol pardo está allí aislado.
Cayeron de él sus frutos azules. Signos y estrellas se hunden en el estanque de la tarde. Detrás de la colina ya es invierno.
Palomas azules beben de noche el sudor helado que corre de la frente cristalina de Elis.
Siempre suena contra los negros muros el viento solitario de Dios.
("Al muchacho Elis")
Alberto Ruiz de Samaniego, Universidade de Vigo.
LA NOCHE ENTRE CREPÚSCULOS
Desde los años ocheta, el trabajo de Maika Novoa es un proxecto continuado en el lugar de la pintura, que se hizo extensivo al grabado y en su momento en las experimentaciones escultóricas con hierro y otros metales, siguiendo los preceptos de su admirado Julio González, en la búsqueda de investigaciones formales sobre el dibujo del volumen y las interacciones entre el lleno y el vacio. Será en el año 1985, al remate de su formación en la Facultad de Bellas Artes de Bilbao, cuando escoja definitivamente las práctivas pictóricas, definiendo su progresión a partir de las pautas impuestas por un trabajo desenvuelto por series.
Atrás quedan los comienzos centrados en las estrategias de la intersubjetividad, al rededor de la búsqueda de un rostro, del concepto y de las experiencias del autorretrato, incluso de la figura de la mujer y de una personal noción de lo femenino a través de los cambios de plano de sus Amazonas. Viniero despues las máscaras, que se enseñaban y se ocultaban, simultaneamente, una lectura teatral de las categorías y de las relaciones humanas. Una tragicomedia en clave de carnaval expresionista que fue conseguida con la serie de 1991. Requiem por la infancia, territorio perdido de la inocencia que caía en el saco sin fondo del miedo, en las fauces del lobo. Una teratología que derivo hacia el extrañamiento de la figuración, cara a unos animales humanizados, los Antropozoos, que tendrían su réplica en el mundo vegetal, en los arboles, en la progresión estacional de las plantes y de las flores. Pero sería la linea zoologica, el repertorio fáunico a lo que Maika Novoa dedicaría su extensa
producción de gran parte de los años noventa. Un amplio abaqnico de images de animales que acabarían ceñidas al reino de los monos, de los simios, y que ejercían de legítimo pretexto para el placer de la pintura, al tiempo que evidenciaban una recreación festiva, irónica y simbólica, del comportamiento y de las actitudes humanas. Aquellos lemures que saltaban en la cuerda floja de las lianas acudían a la llamada de nuestros más remotos antepasados, la condición de primates que todavía hoy apunta en algunas de nuestras conductas.
Ya en el estadío más reciente de su obra, la que constituye sus ultimas exposiciónes, tanto la celebrada en las Navidades de 1997 en la Casa de Galicia en Madrid , como la carpeta de grabados de la serie Nocturnos, presentada en enero del presente año en las salas del Colegio de Arquitectos, en Santiago de Compostela, Maika Novoa optó por la anulaciónde cualquiera anécdota narrativa, substituyendo el juego de relaciones entre figuras y fondos por el desarrollo de un espacio global, de una image de la totalidad que amplia e concentra la vivencia del paisaje. Una determinación que lleva a la artista a una fusión poética con la naturaleza, sumergiéndose en su luz, en una geografía sentimental en la búsqueda de afinidades con estados anímicos y perceptivos.
Una nueva mirada que tiene lugar entre el creplúsculo de la tarde y el de la mañana, entre el atardecer y el amanecer, cuando transcurre la noche con la intensa calma de una herida de luz que traza en el horizonte de un paisaje interior. Es un paisaje que habita en la memoria transversal de los sentimientos y de las emociónes. Una imagen licuada, como un fondo de grutas marinas, más bien atmosférica, como un leve registro que atraviesa la niebla para gravar la superificie de la tierra. Una pintura que parece recorrer la frontera entre el azul luminoso del Mediterráneo, la luz del Levante y el ensimismamiento melancólico de un Atlántico infinito, de una orografía gallega que suaviza elespectáculo sublime de la naturaleza. Y una visión de esa manera, con ojos cegados por la construcción de un recuerdo, solamente puede ser concebida como un paisaje del espíritu.
Quizás, cuando Maika Novoa titula uno de sus trípticos Silencio, suena un pensamiento, se puede escuchar el fondo, detrás de la pintura, la melodía del piano de un Nocturno de Chopin. El temblor romántico, los resplandores del mar e del cielo inundan las cuevas del sueño y del deseo. Y las imagenes que luchar por surgir. Paisajes que pueblan la pantalla de las sombras, raptos de una naturaleza inédita que recorren las señales de la noche para faburlar la génesis, la creación del mundo.
Decía Ortega y Gasset que "toda la gracia de la pintura se concentra en una condición dual: su necesidad de expresar y su resolución de callar". Llegados a este instante, es tiempo de callar. Silencio, suena un pensamiento que emerje de la pintura de Maika Novoa.
Severino Penelas.
MAIKA NOVOA: LA NOCHE SECRETA
A veces nos sentimos extrajeros en esta tierra; sabedores de que somos las únicas criaturas que no cumplen una función definida dentro del ciclo de la naturaleza, incluso tendemos a pensar que molestamos, que perturbamos y destruimos. Entonces, nos convencemos de que nada tiene sentido en la naturaleza si el Hombre no está allí para comprenderlo o, simplemente, para contemplarlo.
Imaginamos que todo ha sido hecho para nosotros. Pero frente a las pintura de Maika Novoa nos asalta la duda: ¿qué es la noche sin el Hombre? ¿Qué sucede entre los árboles y la luna? Cuando el hombre no está, ¿qué presencia planea sobre los paisajes desiertos? Kestos cuadros nos hablan de esa soledad inquietante, de lugares mágicos, ocultos, jamás visitados, que pueden estar en cualquier rincón del universo y en cualquier momento de la eternidad, lu8gares que pertenecen sólo a la leyenda. Allí, fantasmales rocas se alzan entre tinieblas, los rayos azulados de la luz de la luna se abaten por instante sobre la corteza de un viejo árbol y nos muestran lo imposible, lo indefinible; un leve movimiento, algo que llena la soledad, un símbolo oculto que despierta ecos en nuestra memoria. Cierto: la de Maika Novoa es una pintura romántica, aunque su sobrio lenguaje de materias y tonos opacos sera plenamente actual. Porque en estas crónicas de la noche se da cuenta de la existencia de lo sobrenatural y lo sobrehuimano, se ensalzan fuerzas que están más allá de nuestra comprensión, se busca el alma de la noche, que es la de la naturaleza.
Javier Rubio Nomblot, El punto de las Artes.