Crítica
A Sevilla llegan sus obras acompañadas por la carta de Ramón Faraldo a ella dirigida y que, reproducida en el catálogo, supone la mejor presentación de la pintora y la más adecuada introducción a sus obras. Afirma el crítico su convencimiento de que cuando ésta pinta no sólo se olvida de otras circunstancias, sino hasta de que siguió estudios en la Escuela Superior de Arquitectura -"no presente, dichosamente, en tus elaboraciones líricas de hoy y de ayer", celebra- y es cierto, pues nada más reñido con el rigor de aquella enseñanza que el expresionismo que acusa esa Naturaleza atormentada que muestra en sus paisajes y que con tanta dulzura se remansa en la interpretación de la figura femenina, en sus pintura al óleo.
Nada también menos rígido que el poético catálogo ecológico que suponen esas composiciones arbóreas y vegetales, animadas en ocasiones por el tembloroso vuelo de unas mariposas, que con tanto cromatismo Victoria lleva a sus dibujos a tinta.
Lorente (Diario ABC - Sevilla)
De la naturaleza atormentada que muestra en sus paisajes al remanso lírico de sus figuras femeninas hay todo un paisaje del sentimiento, indescifrable, labrado sobre pátina de emociones.
Entre el óleo, siempre como base, y el mágico grabado, un espacio importante del mundo personal de la pintora Victoria Fernández-Nóvoa.
El expresionismo de sus paisajes, de sus arboles... como la piel cuando se eriza ante un
tacto presentido, así son sus árboles sin hojas, o sus paisajes desnudos. Pero ¿desnudos
realmente? lmposible con ese color que como manto los envuelve, que nos traslada a universos no vividos.
Y esas formas dolorosas, nervudas, que delatan horizontes de línea borrosa, arcana, en
comunión con lo telúrico. Algo así como gritos de nuestra memoria histórica, experiencias ancestrales grabados en los genes.
Fernando Franco (Faro de Vigo)
Observándola largamente, comprendí que tu obra era más bien alusiva que fotográfica. lnsinuaciones. Presentimientos. Añoranzas. A veces, delicadas apoyaturas para que soñadores y poetas volasen hacia la quimera. Ensueños irisados por leves filtraciones esmeralda. Ópalos. Podían semejar grandes cielos crepusculares, espacios habitados por vagas sombras femeninas, tulipanes, elfos. Un universo, en fin, de tu exclusiva invención que, en su doble entidad, negaba cuanto hace prosáico el vivir y necesario el soñar.
Ramón Faraldo (Crítico de Arte)