Crítica
Antiguas palilladas
Su carta de presentación comienza con una frase que está siempre en sus labios: «En los ajetreados tiempos que nos ha tocado vivir, hacer bolillos es sinónimo de perder el tiempo». Pero, lejos de esta afirmación, en sus horas lectivas se aprovecha cada minuto. En ellas imparte dibujo técnico, encaje Torchón, Guipur -"el que se hace en Camariñas y uno de los más primitivos"- Numérico, Tonder, Bucks pont, Blonda, Duquesa Withof y encaje moderno. "La técnica es sencilla. Basta conocer los puntos básicos para elaborar esbozos complejos". A partir de aquí, lo que los caracteriza es el dibujo, el tipo de hilo, los materiales y el número de bolillos -desde una docena, a cientos-. «Pero los movimientos no varían», apunta.
La complejidad del diseño, los conocimiento de geometría y la creatividad hacen de éste un arte cada vez más interesante para profesionales del mundo de la arquitectura y de las matemáticas, que se cuentan entre los alumnos de Regueiro. No obstante, el grueso de sus discípulos lo siguen formando mujeres aficionadas al encaje o profesoras que se dedican a impartirlo. Todas ellas, sentadas en las sillas de mimbre del mirador de Casa Cruceiro, evocan el ambiente de las antiguas palilladas, donde antaño se reunían las encajeras camariñenses para aprovechar la luz de las lámparas de carburo y compartir las largas tardes del invierno gallego.