Crítica
LA GALICIA MÁGICA DE BUENO SALTO
No son pocos los críticos que desconfían instintivamente del autodidacta (aunque siempre menos de lo que recela este del crítico), acaso porque es de todo punto imposible que un pintor aprenda más de si mismo que de los maestros que le han precedido. Por eso sorprende siempre gratamente aquel pintor formado en soledad que sabe sacar partido de esa independencia, de esa ausencia de concesiones a Las modas y a Las poses aprendidas, que caracterizan al autodidacta. Pedro Bueno Salto, además, ama el dibujo y resuelve con acierto esos numerosos desnudos femeninos, a lápiz y sanguina, que con su presencia enriquecen la exposición. “Para entender, o mejor diría para ver dentro de la pintura de Pedro Bueno, algo que tiene que tenerse presente es la idea de Galicia, de lo que representa su cultura secular...”, dice Pedro Vasco Conde. Se trata de un mundo de leyenda, poblado por brujas y duendes, en el que los árboles se pierden en la bruma misteriosa y Las hermosas jóvenes, desnudas, se desvanecen en medio de un corro formado por pequeños seres demoníacos. Un mundo en el que el pasado parece pervivir, unos metros más allá, donde la neblina se vuelve del todo opaca; donde viven los deseos, donde tienen sentido los rituales y los símbolos. Hay, ciertamente, mucho erotismo en esta pintura: desnudos provocativos, aquelarres que son “Sueños de posesión “, carne y limpios cabellos, ojos y sonrisas, manos al acecho. Las tablas de Pedro Bueno Salto, además, revelan un tratamiento técnico interesante: son superficies muy mates, sólidas, con ciertos relieves bien colocados y el conjunto resulta siempre atractivo y rico en matices y sugerencias. Si algo le caracteriza, es la huida de lo decorativo y de lo amable: no es excesivamente elegante pero su obra está llena de sinceridad y de verdad, logra inquietar al espectador y sumergirle en ese mundo fantástico dominado por la magia.
Javier Rubio Nomblot
PEDRO BUENO SALTO Y SU CAZA DE BRUJAS
Con el autodidactismo que envuelve la actividad de los noventayochistas se inicia la actividad artística de Pedro Bueno Salto, coruñés, que expone en la Galería José Lorenzo hasta mediados de abril.
Detrás de esta pintura en apariencia silenciosa, acecha un mundo que se presenta llano de voces. Extrae sonidos del silencioso lienzo, porque este gallego tiene predisposición literaria para las creaciones con imaginación: sólo con fantasía se hace uno amigo de lo desconocido. Desde la modernidad, su estilo de pintura no ha perdido contacto con los umbrales primitivos de la naturaleza; la vida moderna para nada le aparta de esa afinidad fecunda con nuestra madre tierra. Al tomar conciencia etnográfica con lo perdido, es cuando la mente del autor se exilia espiritualmente y se refugia al amparo de las tinieblas.
Brumas otoñales, propiciatorias de encuentros maravillosos, envuelven muchos símbolos manejados por este pintor, símbolos que utiliza para crear composiciones equilibradas. Colores tejas, rojizos, con todo su poder erotizante, se ubican en los primeros planos, relegados los fríos azules o grises para los fondos. Ese mal que absorbe con su hechizo a jóvenes doncellas es mejor distanciarlo para crear a su vez efecto de profundidad. Bodegones de flores secas dispuestos al lado de las meigas subrayan, asimismo, su impotencia procreadora.
El humus que nutre la pintura de Bueno Salto son las leyendas, las tradiciones y costumbres del alma gallega. Ha querido entrar en contacto con el ambiente rural de nuestro pueblo, donde se mantiene una rica tradición oral, un riquísimo folklore al que este pintor da un toque lírico. Vestigios del carnaval antiguo, leyendas con milenios de cristalización, han sido más expresivos que un documento escrito y el pintor las plasma en sus lienzos.
En la serie “ Aquelarres”, puebla el ambiente de diablillos, cotorras, grajos, cuervos y brujas secuestradoras de niños; aparecen caretas que hablan de engaño y tradición; en un plano superior, como aves de rapiña, ejercen su poder las meigas; sonríen junto al macho cabrío, gozosas ante reuniones de amores enloquecidos y deshonestos, donde se intuye el desenlace de esas orgías carnales en las que brincan cuerpos desnudos y se revuelcan sin pudor en la arena. El diablo, entre ellas, oculta su espíritu infernal.
Como en el teatro de Lorca, la mujer ocupa un puesto importante en esta temática como representación de la inocencia o la pasión elemental pura.
Cuerpos en apariencia lozanos se tienden sobre exteriores. La tendencia escapista de Bueno Salto va pareja a un estilo esteticista. Sus desnudos femeninos instauran un culto a la perfección formal. Son cuerpos clásicos, de líneas suaves, que lo vinculan al panasianismo, pero sin caer en un academicismo. Va mas allá de lo sensible. Las formas encierran, tras su apariencia, significaciones profundas.
Sus viajes a Italia le han permitido incorporar a su técnica mixta, a base de acrílicos, el pan de oro. Es una sustancia que, a la vez que le permite enriquecer su pintura, la engorda e inevitablemente nos traslada, como por un sendero dorado, a desvelar todo el hechizo del ocultismo gallego.
Fátima Otero
La pintura de Bueno que, en cierto modo , es el objeto de una medida planificación, demuestra que el trabajo -el resultado bueno o malo ya es otra cosa- ha sido la consecuencia de una paciente dedicación laboriosa. Trabajo y labor, son términos en los que se cocina sujeto y objeto de la ebullición creativa. El ejemplo reside, más que en otro lugar, en las características casi volátiles de la pintura de Bueno. Características evanescentes. Ejemplo meditado de singularización. Diría que la pintura de Bueno en su parte más expresiva -la menos cargada de materia y, por tanto, la más fluida- es aquella que se encuentra entre las vagorosidades Grandío, las visiones mentales de Mompou, o las evanescencias de Martínez Nivilla. Cada uno por su lado, explica el entorno con un lenguaje eminentemente lírico, pero elemental, en la utilización materica.
Bueno, en esta línea expresiva , alcanzo no pocos logros sensibles. El paisaje, con antecedentes muy claros en el neocubismo, se desarrolla con suavidades coloristas, algunas veces apenas insinuadas. Y es que, en su modo de hacer, dedica atenciones preferentes al tema del espacio, a las insinuaciones espacialiastas: un tema minimizado, enmarcado en un espacio atmosférico en movimiento.
Fernando Mon, Crítico de Arte.
.. Estamos ante el choque del pasado con el futuro, se ha cruzado la línea, la frontera, y nos invita a traspasarla con su pintura con su trabajo, del otro lado, la aventura, el riesgo, el miedo, los sueños, los deseos, el otro yo que llevamos dentro, el arte en el más amplio sentido de la palabra.
Pedro Vasco Conde